Cuando pensamos en las actividades que hacemos con bebés de cero a tres años, la lectura a menudo viene a la mente. A los padres les encanta leerles a sus pequeños, y es un maravilloso momento de unión. Sin embargo, cuando hablamos con cientos de padres, la principal preocupación que escuchamos es: “¿Cómo apoyo a mi hijo a alcanzar su desarrollo?” Si bien la lectura es fantástica para los procesos emocionales, ayudando a los niños a sentirse seguros y conectados con otra persona, hay muchos otros pasos a considerar. Ahí es donde el juego y el movimiento entran como las cosas más importantes que puedes hacer por tu hijo. El juego no se trata solo de un aspecto del desarrollo; permite que los niños se desarrollen en todas las áreas.
El juego es cuando los niños se involucran en el mundo de una manera positiva por su cuenta. Es su propio compromiso autoiniciado con el mundo lo que trae algún tipo de placer o conexión.
Recientemente, hicimos un viaje a Green Meadows Farm en Brooklyn con nuestros bebés. Invitamos a todas nuestras familias con niños de cero a tres años a venir y pasar un día en la granja. Fue increíble ver a los niños totalmente inmersos en experiencias sensoriales. Uno de los momentos más impactantes fue ver a los niños interactuar con los pollos. Para muchos niños, los pollos son fundamentales para sus comidas, formando una parte clave de su dieta con alimentos básicos como huevos, nuggets de pollo y otros platos a base de pollo. Pero ver un pollo en su entorno natural, en lugar de en un plato, trae una nueva comprensión. Un pollo, especialmente a la altura de un niño de dos años, ofrece una experiencia real y táctil que conecta a los niños con el proceso de producción de alimentos. Comienzan a aprender que la comida que comen, como los nuggets de pollo, proviene de una granja antes de que llegue a McDonald’s o a la tienda de comestibles.
Este tipo de juego sensorial basado en la naturaleza no solo enseña a los niños sobre los animales y de dónde viene la comida; involucra todos sus sentidos. Huelen la granja, escuchan a los animales y caminan sobre las superficies irregulares que ayudan a desarrollar su coordinación y habilidades motoras. Es este aprendizaje práctico lo que realmente apoya todo su desarrollo.
Fue increíble ver a los niños sumergirse completamente en las experiencias sensoriales que los rodean. No solo escucharon que un cerdo hace “oink”, vieron al cerdo, lo olieron y escucharon atentamente para descubrir si un cerdo realmente hace “oink”. A pesar de que no podían tocarlo, se acercaron como si pudieran. Lo mismo pasó con la vaca. No se trataba solo de saber que una vaca dice “moo”; corrieron hacia ella, sintieron el suelo bajo sus pies y realmente vieron y olieron el animal.
Hay algo mágico en la forma en que el olor da vida a una experiencia: es una sensación de cuerpo completo. Uno de mis libros favoritos siempre ha sido ¿Tu mamá una llama?, pero nada se compara con ver a los niños interactuar con una llama real. Cuando pueden verlo de cerca, olerlo y sentir el terreno desigual bajo sus pies, la historia se vuelve real de una manera que las palabras por sí solas nunca podrían.
A menudo olvidamos lo importante que es el terreno en sí mismo en el desarrollo de un niño. Para los niños de cero a tres años, caminar sobre diferentes superficies, aquellas con golpes, pendientes y caídas, es crucial. Estamos muy acostumbrados a los pisos planos, pero estas superficies variadas desafían su coordinación y equilibrio de maneras que el suelo liso, incluso el suelo simplemente no puede.
Esto nos lleva a la idea de “Déficit de la Naturaleza”. Los niños de hoy en día a menudo pasan gran parte de su tiempo en interiores, desconectados de la naturaleza. Sin embargo, jugar en la naturaleza es una de las cosas más importantes que podemos ofrecerles. La naturaleza involucra todos sus sentidos (vista, sonido, olfato y tacto) al tiempo que brinda oportunidades para el desarrollo físico a través de superficies irregulares, escalada y exploración. Es esencial que creemos oportunidades para que los niños jueguen en entornos naturales, ya que fomenta una conexión con el mundo que los rodea de maneras que el juego en interiores simplemente no puede replicarse.
Hola, soy Miss Emmy. He sido educadora de la primera infancia durante más de treinta años, como madre, maestra, administradora y entrenadora. Soy estudiante de Maria Montessori, Emmi Pikler y el filósofo Lev Vygotsky, y he aprendido que el juego es la base para el desarrollo de un niño. A través del juego, los niños se desarrollan no solo físicamente, sino también emocional y cognitivamente, y aprenden a interactuar con el mundo que los rodea de manera significativa.