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En el enfoque de Pikler, el pedagogo y el cuidador principal combinados crean un entorno de apoyo y crianza para los niños pequeños. En esta publicación de blog, profundizamos en la fascinante historia de estos roles y exploramos el notable trabajo de Emmi Pikler y su colaboradora, Maria Reintiz, en el Instituto Loczy. Su enfoque innovador revolucionó el cuidado infantil y sentó las bases para un enfoque más empático y centrado en el niño.

“Esta publicación de blog explora cómo establecieron el Instituto Loczy, destacando su meticuloso proceso de selección de cuidadores y los principios básicos que enfatizaron, como movimientos suaves, juego sin interrupciones y documentación completa”.

Maria Majoros, pediatra, tuvo el privilegio de trabajar en estrecha colaboración con el Dr. Pikler en el Instituto Loczy durante 19 años impresionantes. A pesar de buscar otras oportunidades a lo largo de su carrera, María mantuvo una fuerte conexión con el Dr. Pikler. Después de su jubilación, regresó al Instituto Loczy.
y participó con entusiasmo en todos los programas de capacitación. Su pasión por el enfoque de la Dra. Pikler para el cuidado infantil la llevó a enseñar el enfoque en la universidad, lo que influyó en una nueva generación de cuidadores.

La casa Pikler: fomentar la excelencia del cuidador:

Dr. El compromiso de Pikler con el apoyo a los cuidadores fue evidente desde los primeros días del establecimiento del Instituto Pikler. A partir de su amplia experiencia con familias, entendió el papel vital que desempeñan los cuidadores en el desarrollo saludable de los bebés. El instituto se convirtió en un espacio enriquecedor donde los cuidadores recibieron la orientación y las herramientas necesarias para brindar una atención excepcional.

El comienzo: formar el equipo de cuidadores

Cuando se estableció el Instituto Loczy en junio de 1946, Emmi Pikler y Maria Reintiz reconocieron la importancia de seleccionar cuidadores que encarnaran los principios que pretendían inculcar. Inicialmente, contrataron enfermeras profesionales capacitadas. Sin embargo, después de algunas semanas, se hizo evidente que muchas de estas enfermeras tenían rutinas arraigadas que dificultaban la implementación de la visión de Pikler. En consecuencia, tomaron la audaz decisión de liberar a todo el personal y comenzaron de nuevo.

Selección de los cuidadores adecuados

Para encontrar cuidadores que se alinearan con su enfoque, Pikler y Maria emplearon un proceso de reclutamiento único. Durante las entrevistas de trabajo, los aspirantes a cuidadores entablaron conversaciones informales antes de pedirles que realizaran una tarea simple: recoger una muñeca. Pikler observó atentamente sus manos, prestando mucha atención a su suavidad y movimientos cuidadosos. Aunque esta prueba no garantizaba la idoneidad, sirvió como evaluación inicial para los posibles cuidadores.

Descubriendo el potencial oculto

Una historia memorable cuenta el caso de una niña que inicialmente reprobó el examen de ingreso debido a la falta de movimientos suaves de las manos. Sin embargo, cuando salía de las instalaciones, Pikler y María notaron que entablaba una conversación sincera con algunos niños junto a la puerta. La joven instintivamente se inclinó al nivel de los niños para hablarles. Intrigados por su muestra de empatía, la llamaron rápidamente. Finalmente, se convirtió en una de las cuidadoras más excepcionales del instituto.

Pasar la responsabilidad: el surgimiento de los cuidadores primarios:

A fines de la década de 1940, Emmi Pikler contempló el concepto de responsabilidad compartida y buscó una manera de transmitirlo dentro de los grupos de cuidado. Cada grupo designó a un cuidador principal, inicialmente denominado “madre del grupo”. Sin embargo, a medida que continuaban las discusiones, Pikler y su equipo reconocieron que los cuidadores no podían reemplazar a la madre biológica de un niño. Esta realización marcó la transición de la idea del cuidador-como-madre y allanó el camino para el surgimiento del concepto de cuidador principal.

Diarios de desarrollo y atención individualizada:

En las primeras etapas del instituto, hubo un esfuerzo concertado para aumentar la documentación sobre el desarrollo de los niños. Estos diarios iniciales se centraron principalmente en la salud, el juego y el movimiento de los niños. Con el tiempo, la lista de preguntas y observaciones en estos diarios creció.

Al examinar los diarios de desarrollo de ese período, se hace evidente que fueron escritos constantemente por un solo cuidador. Esto marcó el comienzo del concepto del cuidador principal: una persona responsable de observar y documentar el desarrollo de niños específicos.

Al principio, los cuidadores principales tenían la tarea de observar a ciertos niños más de cerca que a otros. A cada cuidador se le asignó observar y documentar el progreso de alrededor de 3 a 4 niños.

Estos diarios fueron meticulosamente revisados y discutidos por el Dr. Pikler o Maria. Notaron que al observar a niños específicos, las relaciones con esos niños se profundizaron. Con la profundización de la relación se avanzó en el desarrollo del niño. Estos conocimientos comenzaron a cimentar la conexión entre la observación, la comprensión de la singularidad de cada niño y la importancia de la relación de atención primaria.

A lo largo de la historia del instituto, no hubo un tiempo designado específicamente para la observación. Los cuidadores tenían numerosas tareas y responsabilidades, dejando un tiempo limitado para la observación enfocada. Sin embargo, el Dr. Pikler reconoció la importancia de la observación y buscó desarrollar un enfoque más estructurado.

Introdujo el concepto de tiempo de observación dedicado, durante el cual los cuidadores tenían una hora para observar únicamente a los niños. Sin embargo, este enfoque resultó desafiante ya que requería tiempo adicional fuera de los turnos de los cuidadores y causaba confusión a los niños. Además, planteó dificultades logísticas para los miembros del personal. Después de un período de experimentación y reflexión, el instituto volvió a una forma más generalizada de observación durante todo el día. Este proceso de refinamiento y ajuste tuvo lugar durante los primeros diez años del mandato del Dr. Pikler. Fue alrededor de 1960 cuando el Dr. Pikler tuvo más personal de apoyo, lo que llevó al establecimiento de la forma final del diario de observación.

La evolución de las prácticas de observación en el instituto refleja la dedicación de la Dra. Pikler a la mejora continua y su compromiso inquebrantable de comprender y apoyar el desarrollo de cada niño bajo su cuidado.

Los desafíos y beneficios de la atención primaria:

El enfoque del cuidador principal trajo varios beneficios más allá del desarrollo del niño. La relación también ayudó a la transición del niño a un hogar permanente. Los cuidadores que prestaron más atención a un niño específico establecieron un vínculo más estrecho con ellos. Los diarios comenzaron a reflejar la participación del cuidador principal en presentar al niño a su familia y acompañarlo a las visitas al médico. Sin embargo, también surgieron desafíos, lo que provocó un examen cuidadoso de la relación cuidador-niño.

Abordar problemas delicados:

La cuestión de la relación entre el cuidador principal y el niño fue inicialmente un tema delicado. Finalmente, el Dr. Vincze, que trabajaba como pediatra en Infant House, abordó este tema. Escribió un artículo muy largo sobre este tema y solo al final mencionó la palabra amor. Al final de su análisis de la relación entre el cuidador principal y el niño, detallando cada aspecto y documentando los beneficios, señaló que la relación no podría existir sin amor. La decisión de qué cuidador se convertiría en el cuidador principal la tomó la gerencia en función del número de niños principales ya asignados a cada cuidador. La preferencia del niño no influyó en el proceso de selección.

Perspectiva y reconocimiento del niño:

Desde la perspectiva de los niños, rápidamente se dieron cuenta de que un adulto les dedicaba más tiempo y atención. Esta distinción fue evidente incluso en los bebés, que exhibieron más burlas y movimientos durante el cambio de tiempo con sus cuidadores principales. A medida que los niños crecían y desarrollaban habilidades lingüísticas, expresaron sus preferencias, destacando su comodidad y confianza en su cuidador principal. Fue importante establecer límites claros y responsabilidades entre cuidadores y pedagogos, así como el énfasis en la continuidad y capacitación en las operaciones del instituto.

Mantener el equilibrio y los límites emocionales:

Las conexiones emocionales profundas entre los cuidadores principales y los niños, si bien son valiosas, deben manejarse con cuidado. Para evitar que el cuidador tenga un enfoque excesivo en el niño de primaria, el pedagogo hizo recomendaciones para cambiar la atención a otros niños del grupo. Al distribuir la energía de manera más uniforme, los cuidadores podrían lograr un equilibrio y evitar crear una marcada distinción entre el niño principal y los demás.

Libros de registro diarios y diarios de desarrollo:

La implementación de libros de registro diarios permitió a los cuidadores registrar información sobre todos los niños bajo su cuidado, fomentando una comprensión holística de las necesidades y el desarrollo de cada niño. Además, la introducción de diarios de desarrollo, mantenidos exclusivamente por los cuidadores principales, ofreció un análisis más profundo del progreso del desarrollo de un niño específico.

El papel de los pedagogos:

Con el paso del tiempo, se hizo evidente la necesidad de apoyo adicional dentro del instituto. En 1955, Pikler y Maria reconocieron el valor de la orientación pedagógica y contrataron a una maestra de jardín de infantes, Lili Szeredy y luego a otros, para que cumplieran esta función. Inicialmente, los pedagogos se enfocaron en ampliar las experiencias de los niños, organizar actividades y brindar apoyo a los cuidadores. Sus tareas evolucionaron gradualmente para incluir la capacitación de nuevos cuidadores, realizar observaciones, participar en investigaciones e incluso involucrarse en iniciativas pedagógicas nacionales.

Establecer responsabilidades claras:

Aclarar las funciones y responsabilidades entre pedagogos y cuidadores resultó ser un desafío a largo plazo en el Instituto Loczy. Con el tiempo, se asignaron tareas específicas a los pedagogos para garantizar el buen funcionamiento. Se hicieron responsables de monitorear la relación cuidador-niño revisando los diarios de desarrollo. Además, la formación de nuevos cuidadores se convirtió en un deber pedagógico distinto, fomentando la coherencia y la calidad dentro del instituto.

Perspectivas cambiantes y grupos de edad ampliados:

Durante las décadas de 1960 y 1980, el Instituto Loczy enfrentó cambios de perspectiva y amplió el rango de edad de los niños bajo su cuidado. Antes de que el Dr. Pikler se jubilara en 1979, se decidió que el instituto se enfocaría únicamente en niños menores de tres años. Sin embargo, después de su jubilación, bajo el liderazgo del Dr. Faulk, el enfoque cambió para favorecer estadías más prolongadas en el mismo entorno, alentando a los niños a quedarse hasta que pudieran hacer la transición a una colocación permanente.

Capacitación y tutoría:

A medida que la rotación se convirtió en un problema, el instituto implementó estrategias para garantizar una atención constante y de calidad. Los nuevos miembros del personal recibieron una capacitación integral y se les asignaron mentores para guiarlos durante su período inicial. Los pedagogos jugaron un papel crucial en este proceso de capacitación, ofreciendo apoyo, conocimientos y observaciones para ayudarlos en su desarrollo como cuidadores.

Continuidad y reglas de oro:

La continuidad siguió siendo un principio vital dentro del Instituto Loczy. Se establecieron reglas de oro para mantener la coherencia y minimizar las interrupciones. Por ejemplo, a los cuidadores de diferentes grupos no se les permitía sustituirse unos a otros, ya que la consistencia en el cuidado era primordial. Los pedagogos, sin embargo, podrían ayudar a otros grupos cuando sea necesario. La atención se centró en la relación duradera entre el cuidador y el niño.

Conclusión:

El Modelo Pikler, iniciado por Emmi Pikler y Maria Reintiz, revolucionó los roles de los pedagogos y cuidadores primarios en el cuidado infantil. Al priorizar los movimientos suaves, el juego sin interrupciones y la documentación completa, establecieron una base que fomentó un desarrollo infantil saludable y holístico. Su riguroso proceso de selección y supervisión continua aseguraron la implementación de sus principios en el Instituto Loczy. En la actualidad, sus conocimientos siguen dando forma al campo del cuidado infantil y brindan lecciones valiosas para los cuidadores de todo el mundo.

El enfoque del Modelo Pikler en la observación, la documentación y el establecimiento de cuidadores primarios transformó los roles de los pedagogos y cuidadores primarios en el cuidado infantil. A través de una documentación completa, una observación cuidadosa y las relaciones enriquecedoras entre los cuidadores y los niños, el Instituto Loczy fomentó un entorno de apoyo que fomentó el desarrollo infantil saludable. La exploración continua de los cuidadores primarios trajo tanto desafíos como beneficios, y en última instancia dio forma a los vínculos únicos entre los cuidadores y los niños en el instituto.

Los roles de pedagogos y cuidadores en el Modelo Pikler experimentaron una notable evolución en el Instituto Loczy. Se establecieron límites y responsabilidades más claros, y se introdujeron actividades para mejorar las experiencias de los niños. El énfasis en la continuidad, la capacitación y la tutoría aseguró un ambiente consistente y enriquecedor para los niños. Al refinar continuamente su enfoque, el Instituto Loczy hizo contribuciones significativas al campo del cuidado infantil y sentó un precedente para las prácticas de cuidado holísticas y respetuosas.