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En esta publicación de blog, profundizamos en las ideas compartidas por Sjoukje Borbély durante su conferencia sobre las dificultades de difundir el enfoque de Pikler en otras guarderías. Como psicóloga que hizo la transición al rol de pedagoga, Borbély aporta una perspectiva única y comparte sus experiencias trabajando con diferentes comunidades. Exploraremos tres ideas clave que discutió, enfocándonos en la identidad de los grupos minoritarios, la importancia del desarrollo del lenguaje y su viaje para llevar el enfoque de Pikler a dos comunidades diferentes.

Sjoukje Borbély relata su viaje: “Proveniente de los Países Bajos, encontré mi camino a Budapest junto a mi esposo. Mi participación con la escuela comenzó en 1969, donde inicialmente realizaba tareas auxiliares y mecanografiaba diligentemente las observaciones. Después de un período de doce años, junto con mi compromiso con el aprendizaje, comencé a expandir mi rol.

Cuando llegué por primera vez al Instituto Pikler, fue durante la era socialista y me esperaba una curva de aprendizaje empinada. Aunque tenía formación en psicología, tuve que aprender los matices de la pedagogía. Emmi Pikler me hizo ver la realidad: inicialmente creía que trabajando con bebés podía hacer cualquier cosa. Sin embargo, me enseñó la humildad, recordándome que tenía mucho que aprender. Me dijo que si estaba dispuesto a permanecer humilde, aprender y observar desde la barrera, podría crecer y convertirme en un pedagogo competente.

A lo largo de los años, mi trabajo ha abarcado tanto el estudio teórico como las aplicaciones prácticas. Ahora, me gustaría compartir tres ideas clave que creo que son fundamentales para el trabajo que hacemos aquí”.

 

“Cada vez que un grupo minoritario lucha con problemas de identidad, es esencial que concentremos nuestros esfuerzos en comprender y reconocer la identidad única de ese colectivo.”

Comprender la identidad y las prácticas culturales:

Borbély enfatiza la importancia de comprender y respetar la identidad de los grupos minoritarios. Cuenta su experiencia trabajando con una colega en un programa de apoyo a madres y bebés en comunidades gitanas. En estas comunidades, prevalecía la práctica cultural de llevar bebés a todas partes, mientras que la comunicación verbal con los bebés era menos común. Esta diferencia en la expresión cultural del amor resultó en habilidades lingüísticas limitadas entre los niños. Sin embargo, sus habilidades físicas y sociales estaban notablemente avanzadas. Borbély destaca la importancia de reconocer y abordar estas diferencias dentro del programa, con el objetivo de fomentar el desarrollo del lenguaje junto con sus fortalezas existentes en el movimiento y la música.

Desafíos en la implementación del programa:

Cuando se lanzó inicialmente el programa para apoyar a las comunidades gitanas en Hungría, se utilizaron materiales teóricos para guiar su dirección. Se proporcionaron subsidios para asegurar la participación de los padres y el programa ofreció alimentos, que fueron bien recibidos. Sin embargo, Borbély destaca un desafío crucial: la limitada participación de la comunidad gitana en el establecimiento de las prioridades del programa. Si bien el programa tenía como objetivo apoyar su identidad cultural, se necesitaba un enfoque más colaborativo, que permitiera a la comunidad participar activamente en la configuración de las metas y estrategias del programa.

Llevar el enfoque de Pikler a los Países Bajos:

Después de pasar 20 años en Budapest, Borbély regresó a los Países Bajos y buscó aplicar su experiencia en el apoyo a niños inmigrantes. Inició reuniones con colegas y se propuso trabajar con una organización que financiaba guarderías. Su intención era introducir el enfoque de Pikler e incorporarlo al contexto del cuidado infantil holandés. Este esfuerzo refleja su compromiso de compartir el conocimiento y las experiencias adquiridas durante su tiempo en Budapest, y su dedicación para fomentar el desarrollo infantil saludable en diversas comunidades.

Reconociendo el Caos:

Después de decidir trabajar con la fundación pública, Borbély visitó varias guarderías. Sin embargo, su decepción creció cuando fue testigo de lo que describió como “un caos total”. Decidido a llevar el enfoque de Pikler a estos centros, Borbély escribió artículos para educar al personal sobre los principios de Pikler y medir su interés en la colaboración. La seguridad fue la única preocupación expresada por los centros, y las familias se centraron principalmente en que sus hijos regresaran ilesos. Aunque los centros tenían buenos recursos, carecían de un conocimiento profundo de las necesidades de los niños.

Brechas de capacitación y conocimientos limitados:

Durante sus conversaciones con el personal de la guardería, Borbély descubrió que su programa de capacitación había dedicado muy poco tiempo a los niños pequeños. El personal admitió con orgullo su falta de conocimiento sobre el desarrollo infantil e incluso se jactó de no usar libros en su capacitación. Técnicas como los pañales fueron su pilar. Se hizo evidente que el concepto de guardería era relativamente nuevo en los Países Bajos, con centros que surgieron solo una década antes. Los desafíos financieros complicaron aún más las cosas, lo que llevó a las familias a enviar a sus hijos solo unos pocos días a la semana, lo que dificulta establecer un horario constante.

Colaboración y cambio de perspectivas:

Borbély unió fuerzas con Hedie Meyling, autora de libros sobre puericultura, para abordar los desafíos más arraigados. Sin embargo, surgió el escepticismo entre el personal de la guardería, cuestionando si Borbély, viniendo de Europa del Este, podría enseñarles algo en Occidente. Para superar esta resistencia, Borbély y Meyling se embarcaron en sesiones de filmación para mostrar prácticas de cuidado exitosas. Gradualmente, las opiniones comenzaron a cambiar, e incluso los profesores que alguna vez se compadecieron de Borbély por venir de Budapest comenzaron a reconocer el potencial para un cambio positivo.

La película reveladora:

En 2003, Borbély estrenó una película que destacaba la importancia de la educación de los cuidadores. La película también mostraba la vida de un bebé en una familia, revelando cómo se trataba al bebé como un objeto. A pesar de provenir de un lugar de amor, Borbély reconoció la necesidad de un cambio de perspectiva y prácticas para brindar una atención más cariñosa y respetuosa.

Reconocer la necesidad de cambio:

Borbély observó que durante el primer año de vida de un niño, su personalidad comienza a tomar forma. Sin embargo, en los Países Bajos, el amor de los padres por sus hijos a menudo los deja inseguros sobre las mejores formas de apoyar su desarrollo. El entorno sobreestimulante que prevalece en las guarderías les enseñó a los bebés, sin darse cuenta, la valiosa habilidad de la tolerancia a la frustración. Las fotos mostraban a padres con sus hijos, pero la falta de conexión entre padres e hijos se consideró una señal positiva, simplemente porque los padres estaban presentes.

Implementación del enfoque:

Inicialmente, solo diez de las 45 guarderías expresaron interés en colaborar con el equipo de Borbély. Los componentes culturales como la democracia y el feminismo desempeñaron un papel en los desafíos que se enfrentaron al implementar el enfoque de Pikler. Se pidió a algunos cuidadores que se ofrecieran como voluntarios para sacar a los niños y se alentó la participación de los padres, a pesar de la incertidumbre acerca de cómo interactuar de manera efectiva con sus hijos. Finalmente, solo cinco centros permanecieron comprometidos con la adopción del enfoque.

Áreas Separadas y Atención Individualizada:

Uno de los primeros cambios introducidos fue la creación de áreas separadas para bebés. Para adquirir los materiales adecuados, Borbély y su equipo buscaron opciones rentables, como los artículos para el hogar de IKEA. Al cubrir las ventanas y crear áreas de observación, los bebés podrían tener su espacio sin dejar de ser visibles para los cuidadores. También se enfatizó el concepto de atención individualizada, acotando aún más el número de centros participantes. Sin embargo, las familias de entornos de mayores ingresos se mantuvieron comprometidas, inspiradas por la iniciativa.

Comprender la cultura familiar:

Borbély se dio cuenta de la importancia de comprender la cultura y los antecedentes de cada familia. Las familias migrantes enfrentaron desafíos adicionales, ya que las políticas gubernamentales requerían que las mujeres trabajaran, dejando a los bebés al cuidado de las guarderías. Las prácticas tradicionales, como mecerse constantemente o depender de cochecitos para calmarse, debían abordarse y modificarse. Al reconocer el valor de la cultura y la mentalidad familiar, Borbély y su equipo trabajaron para establecer un enfoque más receptivo y apropiado para el desarrollo del cuidado infantil.

Renovación de las rutinas de entrega:

Para mejorar aún más la experiencia de la guardería, se transformaron las rutinas de entrega. En lugar de que todos los niños llegaran en un grupo por la mañana, los cuidadores llegaron temprano para saludar personalmente a cada niño. Este ajuste tuvo como objetivo fomentar una sensación de seguridad y familiaridad, fortaleciendo el vínculo entre el cuidador principal y el niño desde el comienzo del día.

Conclusión:

Las ideas de Sjoukje Borbély arrojan luz sobre los desafíos que se enfrentan al difundir el enfoque de Pikler en diferentes contextos culturales. Al enfatizar la importancia de comprender y respetar las identidades de las minorías, priorizar el desarrollo del lenguaje e involucrar a las comunidades en la implementación del programa, Borbély destaca la necesidad de enfoques culturalmente sensibles para la educación de la primera infancia.

Su viaje al llevar el enfoque de Pikler a los Países Bajos demuestra un compromiso con la creación de entornos inclusivos y enriquecedores para niños de diversos orígenes. A través de la colaboración y la comprensión continuas, podemos esforzarnos por brindar a cada niño el apoyo que necesita para prosperar y desarrollar su potencial único.